Aquel Sábado 10 de marzo en la noche, Cristiam “el flaco” Hervas, preso del exceso de alcohol, musito aquel par de palabras que todos allí estábamos deseando escuchar –Deportivo Ovni- dijo.
Mucho se ha especulado del origen de este conglomerado de pseudodeportistas. Así que ha llegado la hora de escribir la historia; si, la historia oficial; y, al que no le guste o este en desacuerdo, ahí tiene un espacio para dejar sus sucios comentarios.
Corría el venturoso 2004, el abogado Hugo “el huevo” Puentes, que nunca se caracterizo precisamente por correr, distribuía su día a día entre dormir, comer, ver “a todo dar” y utilizar el Messenger para levantarse quinceañeras. Hugo, de nacionalidad chilena, estaba convencido de la superioridad de su raza; por ello, una tarde de domingo, mientras veía sin pasión alguna los partidos de fútbol que se jugaban en una canchita cercana a su casa, se dijo a si mismo –mmmm, debería hacer un equipo de solo chilenos- y así lo hizo.
La idea ultra nacionalista austral tuvo una rápida acogida entre los numerosos compatriotas del abogado Hugo “el huevo” Puentes. Fue así como se conformo una nomina en la que sobresalían Carlos Rioseco, Joaquín y Sebastián Labra “el diplomático del gol”. Valga decir, que ninguno de ellos tenia aspecto de deportista; es más, uno encontraría en esos rostros y cuerpos curtidos por el abandono, la inspiración que tuvo Pepo para dibujar a los amigos de Condorito. Consumido en la superioridad de su raza, el abogado Hugo “el huevo” Puentes, ignoro ese pequeño pero decisivo factor. Fue así como el equipo llamado pretenciosamente “Los Chilenos” sucumbió repetidamente en infames goleadas que generalmente eran de dos dígitos.
Hugo “el huevo” Puentes abatido en su orgullo, decide invitar a este servidor quien rápidamente hace un diagnostico del equipo -A este equipo le hace falta un negro- dije. De esa manera Pablo “el negro” Basurco llegaba al equipo.
Ese domingo cuando el “negro” Basurco se estrenaba en el equipo, coincidencialmente se presento un chileno de los otros; digo, de ese otro tipo de chilenos; al sentir esa presencia desgarbada, con aliento alcohol y ojeras lacónicas; “el negro” Basurco dijo, sin dudar un instante –Si, ese sujeto es de los nuestros- Bienvenido sea Rubén Luna.
Las goleadas infames descendieron a un solo digito, pero aún no era suficiente ¡¡Había que sumar esfuerzos!! Paúl Coloma, quien hasta la fecha se había distinguido por contar historias increíbles de goleadas utópicas en las que él era el gran protagonista, llegaba al equipo. En el primer partido lo expulsaron, haciendo recordar ese otro tipo de historias increíbles y de golpizas utópicas en una noche de Quito.
Agobiado por la racha negativa de más de 30 goleadas en serie; el abogado Hugo “el huevo” Puentes recordaba que dicho apodo se lo habían puesto hace mucho tiempo atrás, en su natal Santiago, gracias al aspecto ovoide de su masa encefálica. En Quito la gente le decía “huevo” gracias al singular aspecto ovalado de su cuerpo patrocinado por todo un universo de frituras y carbohidratos.
Mientras, en el equipo, la cantidad de chilenos descendía vertiginosamente, los no chilenos aumentaban y hacían buenas migas entre ellos.
El Primer Triunfo
Se jugaba un domingo cualquiera; nuestro rival, un puñado de viejos gordos, bajitos y decrépitos quienes alternaban sus faenas deportivas con ceremonias interminables de ingesta de alcohol. El sugestivo nombre escogido para tan selecto grupo era el de “infieles”. Convencidos de que nadie puede perder con un equipo con un nombre tan miserable, “los chilenos” saltamos a la cancha.
Era el juego debut de Cristiam “el flaco” Hervas, quien en las primeras de cambio arremetió con una salvaje patada contra el golero rival; el “flaco” afirmo después del encuentro que –no tengo con que pegar, por eso pego con todo-.
El portero del equipo rival lesionado y sin cambios; algunos de sus jugadores con un fuerte hedor a alcohol. Parecía que este seria nuestro primer triunfo, y así fue.
Empezaba un nuevo torneo y Hugo “el huevo” Puentes ante la ausencia de chilenos, decidió rebautizar el equipo como “Atlético Hugo Puentes”. El “huevo” nunca se imaginaria que, curiosamente, esta sería su última campaña con el equipo gracias a que teníamos planeado traer a otro volante de carácter díscolo, indolente y salvaje: Javier Pesantez. El sexteto base se conformaba (rafa, negro, Luna, Hervas, Pesantez, Coloma); mientras Hugo “el huevo” Puentes se adueñaba del banquillo de suplentes como único habitante; lugar desde el cual podía ver con mayor claridad el partido, mientras jugueteaba tiernamente con sus dos perros sin raza.
En el próximo post, dedicaremos este espacio a mostrar los estandartes del equipo (bandera, escudo, himno); recibimos propuestas hasta el próximo domingo en horas de la tarde.
Saludos.
Mucho se ha especulado del origen de este conglomerado de pseudodeportistas. Así que ha llegado la hora de escribir la historia; si, la historia oficial; y, al que no le guste o este en desacuerdo, ahí tiene un espacio para dejar sus sucios comentarios.
Corría el venturoso 2004, el abogado Hugo “el huevo” Puentes, que nunca se caracterizo precisamente por correr, distribuía su día a día entre dormir, comer, ver “a todo dar” y utilizar el Messenger para levantarse quinceañeras. Hugo, de nacionalidad chilena, estaba convencido de la superioridad de su raza; por ello, una tarde de domingo, mientras veía sin pasión alguna los partidos de fútbol que se jugaban en una canchita cercana a su casa, se dijo a si mismo –mmmm, debería hacer un equipo de solo chilenos- y así lo hizo.
La idea ultra nacionalista austral tuvo una rápida acogida entre los numerosos compatriotas del abogado Hugo “el huevo” Puentes. Fue así como se conformo una nomina en la que sobresalían Carlos Rioseco, Joaquín y Sebastián Labra “el diplomático del gol”. Valga decir, que ninguno de ellos tenia aspecto de deportista; es más, uno encontraría en esos rostros y cuerpos curtidos por el abandono, la inspiración que tuvo Pepo para dibujar a los amigos de Condorito. Consumido en la superioridad de su raza, el abogado Hugo “el huevo” Puentes, ignoro ese pequeño pero decisivo factor. Fue así como el equipo llamado pretenciosamente “Los Chilenos” sucumbió repetidamente en infames goleadas que generalmente eran de dos dígitos.
Hugo “el huevo” Puentes abatido en su orgullo, decide invitar a este servidor quien rápidamente hace un diagnostico del equipo -A este equipo le hace falta un negro- dije. De esa manera Pablo “el negro” Basurco llegaba al equipo.
Ese domingo cuando el “negro” Basurco se estrenaba en el equipo, coincidencialmente se presento un chileno de los otros; digo, de ese otro tipo de chilenos; al sentir esa presencia desgarbada, con aliento alcohol y ojeras lacónicas; “el negro” Basurco dijo, sin dudar un instante –Si, ese sujeto es de los nuestros- Bienvenido sea Rubén Luna.
Las goleadas infames descendieron a un solo digito, pero aún no era suficiente ¡¡Había que sumar esfuerzos!! Paúl Coloma, quien hasta la fecha se había distinguido por contar historias increíbles de goleadas utópicas en las que él era el gran protagonista, llegaba al equipo. En el primer partido lo expulsaron, haciendo recordar ese otro tipo de historias increíbles y de golpizas utópicas en una noche de Quito.
Agobiado por la racha negativa de más de 30 goleadas en serie; el abogado Hugo “el huevo” Puentes recordaba que dicho apodo se lo habían puesto hace mucho tiempo atrás, en su natal Santiago, gracias al aspecto ovoide de su masa encefálica. En Quito la gente le decía “huevo” gracias al singular aspecto ovalado de su cuerpo patrocinado por todo un universo de frituras y carbohidratos.
Mientras, en el equipo, la cantidad de chilenos descendía vertiginosamente, los no chilenos aumentaban y hacían buenas migas entre ellos.
El Primer Triunfo
Se jugaba un domingo cualquiera; nuestro rival, un puñado de viejos gordos, bajitos y decrépitos quienes alternaban sus faenas deportivas con ceremonias interminables de ingesta de alcohol. El sugestivo nombre escogido para tan selecto grupo era el de “infieles”. Convencidos de que nadie puede perder con un equipo con un nombre tan miserable, “los chilenos” saltamos a la cancha.
Era el juego debut de Cristiam “el flaco” Hervas, quien en las primeras de cambio arremetió con una salvaje patada contra el golero rival; el “flaco” afirmo después del encuentro que –no tengo con que pegar, por eso pego con todo-.
El portero del equipo rival lesionado y sin cambios; algunos de sus jugadores con un fuerte hedor a alcohol. Parecía que este seria nuestro primer triunfo, y así fue.
Empezaba un nuevo torneo y Hugo “el huevo” Puentes ante la ausencia de chilenos, decidió rebautizar el equipo como “Atlético Hugo Puentes”. El “huevo” nunca se imaginaria que, curiosamente, esta sería su última campaña con el equipo gracias a que teníamos planeado traer a otro volante de carácter díscolo, indolente y salvaje: Javier Pesantez. El sexteto base se conformaba (rafa, negro, Luna, Hervas, Pesantez, Coloma); mientras Hugo “el huevo” Puentes se adueñaba del banquillo de suplentes como único habitante; lugar desde el cual podía ver con mayor claridad el partido, mientras jugueteaba tiernamente con sus dos perros sin raza.
En el próximo post, dedicaremos este espacio a mostrar los estandartes del equipo (bandera, escudo, himno); recibimos propuestas hasta el próximo domingo en horas de la tarde.
Saludos.
La frase de la semana:
Todo tiende a tender.
Cristiam "el flaco" Hervas (ecuatoriano)